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¡Salud! “La medicina para no sentir y para olvidar”

  • Foto del escritor: El Espectador
    El Espectador
  • 15 oct 2020
  • 3 Min. de lectura


El consumo de bebidas alcohólicas de forma desmedida ha traído consigo grandes efectos a las sociedades. Los niños crecen en ambientes en dónde es común el consumo sin medida. Lo vemos normal, lo justificamos, nos sentimos cool y pensamos que es una forma de desestresarnos.


No hablamos acá de tomar una copa de vino, hacer un brindis o simplemente degustar de una bebida, tampoco de que en eventos no podamos compartir con amigos un par de tragos y una plática amena. Hablamos del consumo desmedido y recurrente que trae consigo problemas sociales tales como el desempleo, desgaste económico, enfermedades crónicas, la desintegración familiar, la violencia interpersonal y sobre todo dentro del hogar, las muertes por accidentes y lesiones graves causadas por personas en estado de ebriedad.


Un alcohólico generalmente no reconoce que es alcohólico. Dice frases como “Yo sé hasta dónde tomar”.


“Esta vez sí me pasé de tragos, pero no volverá a pasar”. “No me acuerdo lo que pasó ayer porque estaba muy tomado”. “Yo no soy alcohólico, puedo dejar de tomar cuando yo quiera”. Pero no se da cuenta de que en un abrir y cerrar de ojos y en un “Ayer si me pasé de copas” puede matar a alguien, lastimar a algún ser querido o lo que sería peor matarse a sí mismo. El Guatemala el 60% de los accidentes de tránsito están ligados al consumo del alcohol. Todos conocemos a alguien o tenemos algún familiar que ha fallecido por consecuencia del alcohol. Es más común de lo que pensamos.


Estadísticas de Alcohólico Anónimos (AA) indican que en nuestro país hay 1,073 grupos que integran a más de 30 mil alcohólicos en recuperación. Podríamos decir que son los diagnosticados y ya en tratamiento, faltaría contabilizar a todos aquellos que no tiene acceso a rehabilitación o no se consideran alcohólicos.


Las principales causas del alcoholismo según esta entidad son los problemas familiares y económicos. ¿Será el consumo del alcohol una medicina para salir de los problemas? ¿O será más bien una excusa para evadir los sentimientos y dejar de pensar? “Cuando estoy muy feliz y necesito celebrar…tomo” “Cuando estoy muy triste o agobiado por penas… también tomo” la pregunta sería entonces… ¿Cuándo no toma?


El consumo desmedido y recurrente de bebidas alcohólicas causa enfermedades que generan grandes complicaciones sobre todo cuando el ya afectado sigue sin poder controlar su consumo. Trastornos digestivos y enfermedades cardiovasculares, diabetes, insuficiencia renal y problemas hepáticos.


Ya tenemos suficientemente colapsado el sistema de salud y estas enfermedades la mayor parte de las veces son tratadas desde lo médico, pero no, desde lo psicológico o en grupos de apoyo que pueden ayudar a eliminar el origen.


La publicidad, los entornos familiares, la presión social, la moda y el ejemplo arrastran en este tema. Como sociedad queremos ver normal lo que no es normal. Debemos aprender a ser responsables de nuestras acciones, no temer a buscar ayuda cuando lo necesitamos, no sentirnos vulnerables de expresar los sentimientos y sobre todo no complicar aún más los problemas a los que nos enfrentamos.


Según la OMS, Guatemala tiene uno de los mayores índices de mortalidad provocados por el alcohol. La tasa es mucho más alta en hombres que en mujeres, pero ellas muestran más vulnerabilidad a sufrir enfermedades por esta causa. El grupo más afectado por muertes por alcohol son los de recursos más bajos dado a que no tienen acceso a tratamientos médicos, diagnósticos, medicamentos y redes de apoyo.


Según expertos el alcoholismo está 70% ligado a la genética, pero es el reflejo de no saber cómo manejar las emociones a las que se enfrenta y sí tiene cura. El alcohol es de las drogas más complicadas por su capacidad adictiva y su aceptación social y legal.


Se recomienda a familiares de alcohólicos a acudir a grupos de apoyo como Al -Anon y Al -Ateen. Es un programa de doce pasos igual al de AA les ayudarán a enfrentarse a este problema social y sobre todo a comprender que no depende de ustedes ayudar al ser querido, que hay un límite en el que podemos ayudar y ese límite se encuentra dónde nos topamos con la voluntad y aceptación de la persona enferma.


Guatemala debe buscar generar más proyectos que atiendan esta enfermedad y concienticen sobre ella para bajar los índices de mortalidad por esta causa. Además debe dejar de ser un tema tabú para las iglesias.


La mejor cura para no sentir el dolor, es expresarlo y la mejor cura para olvidar problemas; es afrontarlos, superarlos o aprender a vivir con ellos a través de las experiencias y aprendizajes que nos dejan.


María Fernanda Lucero

 
 
 

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